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lunes, 15 de agosto de 2016

CAMBIO CLIMÁTICO AMENAZA LA PAZ





Ahora, el calentamiento global ha generado un cambio climático que significa una temperatura promedio mayor y, quizá lo más crítico en el corto plazo, genera importantes alteraciones en las épocas y la intensidad de las lluvias, lo cual afecta negativamente al productor del campo, actor central en la construcción de la paz.

En algunas regiones de Colombia, y sin consideración o referencia al mes del año, hoy en unas partes falta el agua y, simultáneamente, en otras las lluvias arrasan carreteras y destruyen cultivos. Lo que regionalmente vivimos es algo que se extenderá por todo el país y por toda América Latina. Según el informe Cambio climático amenaza la base de la seguridad alimentaria de América Latina y el Caribe: el sector agrícola (FAO/Cepal/Aladi, 2016), “el cambio climático afectará el rendimiento de cultivos, economías locales y seguridad alimentaria en el Noreste del Brasil, Centroamérica y partes de la región andina”. En Centro y buena parte de Suramérica, la variabilidad climática y el calentamiento ya están generando impactos económicos desastrosos.

La región enfrenta desafíos importantes en términos de su seguridad alimentaria y hay una relación estrecha entre la magnitud de los impactos asociados al cambio climático y los niveles de pobreza de los países y sus individuos. Entre menor es la capacidad adaptativa de la población, mayor es el impacto del cambio climático. Como bien ratifica un pequeño cultivador boyacense, “el rico tiene su depósito de agua y su sistema de riego, que algo le ayuda; nosotros estamos a la intemperie, es decir, dependemos del agua que viene del cielo”.

El calentamiento está generando desplazamientos —en altitud y latitud— de cultivos como café, caña de azúcar, papa y maíz. La migración a mayores alturas del cultivo del café está disminuyendo el área total apta para producir café de calidad. En el caso de la papa, la migración a zonas de mayor altitud aumenta la amenaza sobre la conservación de los páramos y con ello el abastecimiento de agua a campo y ciudades.

Disminuir la vulnerabilidad exige fortalecer diversos frentes en la política pública y adelantar una efectiva gestión ambiental pública y privada que signifique cambios estructurales en patrones de producción y consumo. Si esto no se da, se pone en riesgo la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de la agricultura en América Latina.

Debemos buscar la solidaridad de los países que han sido principales aportantes al calentamiento global, pues requerimos un modelo agrícola sostenible que se adapte al cambio climático y que simultáneamente proteja los recursos naturales.

Para Colombia, el reto tiene una característica muy particular. La consolidación de los acuerdos de paz exige un desarrollo socioeconómico equitativo, que mejore la calidad de vida de los productores del campo. Esto en un momento en que los efectos del cambio climático se vuelven cada vez más profundos y notorios en los sistemas productivos y afectan de manera más fuerte al pequeño productor campesino, actor central en el posacuerdo. Consolidar la paz enfrenta dificultades y múltiples riesgos. Empujemos todos para el mismo lado.

FUENTE: El Espectador,   15/agosto/2016

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