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domingo, 3 de marzo de 2013

LA PROTECCIÓN AMBIENTAL DE LA ANTÁRTIDA. Parte II: QUÉ SE HACE CON LA BASURA?


EL PROTOCOLO DE MADRID ES LA PRINCIPAL  HERRAMIENTA  PARA LA
PROTECCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE ANTÁRTICO Y DECLARA A LA ANTÁRTIDA
RESERVA NATURAL DEDICADA A LA PAZ Y A LA INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA.



¿Qué se hace con la basura?

La principal premisa es la minimización de los residuos a partir de una adecuada
planificación de las actividades. A menor cantidad de residuos generados, menor
posibilidad de producir contaminación.

Sin embargo, la gestión no se detiene aquí. Un estricto sistema de clasificación de
residuos rige también en todas las estaciones científicas, campamentos o buques que
trabajan en la Antártida. Si bien puede haber algunas pequeñas diferencias entre países,
en líneas generales los residuos se separan en restos orgánicos, plásticos, metales, cemento,
vidrios, residuos peligrosos o tóxicos y aguas residuales.

Otra de las claves de la gestión de los residuos radica en que la gran mayoría debe
ser retirada de la Antártida por sus propios generadores. Solo los residuos orgánicos y
las aguas de baños y cocinas pueden tratarse  en el continente mediante la utilización de
equipos especiales. El resto de los residuos se almacenan bajo estrictas condiciones,
por lo general en contenedores aislados del sustrato, hasta que son desalojados de la
Antártida, principalmente por barco.
Esto ha sido un paso fundamental a la hora de evitar
la contaminación de los mares y los suelos antárticos. Se aplican, además, restricciones
mayores para el almacenamiento y transporte de los residuos peligrosos o tóxicos. Debe
tenerse en cuenta que en la Antártida la energía para iluminación, calefacción y uso de
vehículos y embarcaciones se genera, sobre todo, a partir de combustibles de origen fósil.

Por ello, las mayores cantidades de residuos tóxicos provienen de estos así como
de aceites minerales.
Los laboratorios científicos también producen una amplia gama de
residuos de sustancias químicas, aunque en general en pequeñas cantidades.
Hasta la entrada en vigencia del Protocolo de Madrid en 1998, muchos residuos se arrojaban
al mar, se quemaban a cielo abierto o se enterraban en el sustrato, lo que constituía
una fuente de contaminación. Se requiere, entonces, un considerable esfuerzo logístico y
económico que permita clasificar, almacenar y transportar los residuos a varios miles
de kilómetros de distancia de su lugar de generación.

Otra manera de prevenir la contaminación, pero en este caso de los buques que navegan
en aguas antárticas, es aplicar toda la normativa internacional relacionada a
la prohibición de eliminación de basuras y líquidos contaminados desde las
embarcaciones. Con esto no solo se busca limitar la posible contaminación de los mares,
sino también proteger la fauna.
En este sentido, se debe tener en cuenta la incidencia de la pesca ilegal sobre las
focas o lobos marinos que quedan atrapados en redes.

FUENTE: Antártida Educa ,
https://antartidaeduca.files.wordpress.com/2012/04/libroantartida.pdf

3/ 02/ 2013


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